Como el cerebro  procesa el duelo: cómo sanar desde la ciencia y el significado

Como psicólogo en Toluca y Metepec y psicólogo en linea , Abordo Como el cerebro  procesa el duelo . El duelo es una aparte de ser una experiencia emocional; es un proceso  cerebral y simbólico que busca integrar la perdida dentro de nuestra historia  vital  .Desde la neurociencia , sabemos que el  cerebro  activa circuitos similares al dolor físico 

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Psicólogo Edgar Guzmán Balderas

11/3/20255 min read

Como el cerebro procesa el duelo: sanar desde la ciencia y el significado

Resumen 

El duelo es una aparte de ser una experiencia emocional; es un proceso  cerebral y simbólico que busca integrar la perdida dentro de nuestra historia  vital  .Desde la neurociencia , sabemos que el  cerebro  activa circuitos similares al dolor físico  cuando  extrañamos, mientras que desde la Terapia Cognitivo Conductual trabajamos en resignificar  esa ausencia transformando el sufrimiento en memoria  de gratitud y sentido .Este articulo explora como el cerebro procesa el duelo , sus implicaciones neuropsicologicas, las comorbilidades mas frecuentes . los criterios diagnósticos según DSM-5-TR, y las técnicas terapéuticas basadas en las evidencia científica, que permite sanar desde la ciencia y el significado  

Palabras clave

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Introducción

Cada 2 de noviembre, el Día de Muertos nos recuerda que el duelo no solo pertenece al terreno de la pérdida, sino también al de la memoria y el amor. El cerebro humano está diseñado para vincularse y, por tanto, también para sufrir cuando esos vínculos se rompen. Pero ¿qué sucede realmente en nuestra mente cuando enfrentamos una pérdida? ¿Por qué algunas personas logran adaptarse mientras otras se quedan estancadas en el dolor?

Desde mi experiencia clínica, y con base en los hallazgos más recientes en neurociencia y Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), el duelo no debe verse como una enfermedad, sino como un proceso neuropsicológico y emocional que, bien acompañado, puede transformarse en un camino de reconstrucción personal.

El cerebro en duelo: una respuesta adaptativa

Las neurociencias han demostrado que el duelo activa las mismas áreas cerebrales que responden al dolor físico. Cuando perdemos a alguien significativo, la amígdala (centro de procesamiento emocional) y el corte prefrontal ventromedial (regulador emocional) entran en una intensa comunicación. Este circuito busca entender lo que ha sucedido, pero también intenta mantener el vínculo perdido.

Según O’Connor et al. (2020), el cerebro de una persona en duelo muestra una hiperactividad en el sistema de recompensa dopaminérgico —especialmente en el núcleo accumbens— lo que explica esa sensación de “búsqueda” o de “esperar ver” a quien ya no está. No se trata de locura, sino de neuroplasticidad: el cerebro intenta reorganizarse frente a la ausencia.

Duración y fases del duelo

De acuerdo con investigaciones recientes (American Psychiatric Association, 2022), un proceso de duelo típico puede durar entre 6 meses y 1 año, aunque depende de factores individuales y del tipo de pérdida. El DSM-5-TR introduce la categoría de “Trastorno de duelo prolongado”, caracterizado por:

  • Persistencia del dolor emocional más allá de los 12 meses.

  • Dificultad para aceptar la pérdida.

  • Sensación de vacío o inutilidad.

  • Aislamiento social y pérdida de propósito.

No todo duelo se convierte en patológico. La clave está en identificar cuándo el dolor deja de ser una adaptación y se vuelve una detención.

Tipos de duelo

El duelo no se limita a la pérdida de una persona. También existen:

  • Duelo por objetos o lugares: mudanzas, pérdida de casa, bienes simbólicos.

  • Duelo por mascotas: cada vez más reconocido clínicamente (Eckerd, 2020).

  • Duelo por etapas vitales: envejecimiento, jubilación, divorcio, infertilidad.

  • Duelo por proyectos o ideales: cuando la vida toma rumbos inesperados.

  • Duelo por tiempo perdido: común en pacientes con TDAH o depresión, que viven el pasado con culpa.

Reconocer la diversidad de duelos permite acompañar sin juzgar.

Comorbilidades frecuentes

El duelo puede coexistir con otros cuadros clínicos:

Evaluación clínica y escalas utilizadas

Para evaluar el impacto del duelo, se recomiendan herramientas validadas:

  • Inventory of Complicated Grief (ICG) — Prigerson et al. (1995).

  • Prolonged Grief Disorder-13 (PG-13) — Prigerson & Maciejewski (2016).

  • Escala de duelo de Texas (Texas Revised Inventory of Grief).

  • Beck Depression Inventory-II — para comorbilidad depresiva.

El uso de estas escalas no sustituye la evaluación clínica, pero permite establecer líneas base objetivas y medir el avance terapéutico.

Resignificar el duelo: del dolor al sentido

La resignificación del duelo es una de las fases más profundas y reparadoras del proceso. Desde la Terapia Cognitivo-Conductual, resignificar significa reinterpretar la pérdida desde un marco que permita integrar el recuerdo, el vínculo y la experiencia sin que dominen la vida emocional actual.

No se trata de “superar” al ser querido, sino de encontrar un nuevo significado en la relación. La persona aprende a mantener el vínculo desde la memoria y no desde la ausencia.

Desde un punto de vista simbólico, resignificar implica realizar actos que representen esta integración: escribir una carta, plantar un árbol, conservar un objeto significativo o convertir el recuerdo en una acción con propósito (por ejemplo, ayudar a otros).

En TCC y en terapias de tercera generación como ACT o Mindfulness, este proceso se aborda con restructuración cognitiva (identificar pensamientos de culpa o impotencia), aceptación emocional (permitirse sentir sin juicios) y compromiso con valores personales (encontrar un nuevo propósito que honre la memoria).

Resignificar, en pocas palabras, es transformar el dolor en una narrativa que da continuidad a la vida.

Desde la terapia de tercera generación

Las terapias como ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso) o Mindfulness integran una mirada de compasión y presencia. En lugar de luchar contra el dolor, proponen aceptar la pérdida como parte del ciclo humano, cultivando flexibilidad psicológica.

El mindfulness reduce la hiperactivación de la amígdala y mejora la conectividad del córtex prefrontal (Hölzel et al., 2018), lo cual favorece una regulación emocional más estable.

Cuando el cerebro comienza a sanar

Tras las primeras semanas del duelo, la neuro plasticidad permite la creación de nuevas conexiones neuronales. Las áreas que antes se activaban ante la ausencia del ser querido comienzan a redirigir su energía hacia proyectos significativos y vínculos actuales.

El duelo, entonces, no es olvidar, sino reorganizar el cerebro para vivir con la ausencia sin perder la capacidad de amar.

Invitación a la acción

Como psicólogo y psicoterapeuta cognitivo-conductual en Toluca y Metepec, acompaño procesos de duelo con enfoque en ciencia, empatía y técnicas basadas en evidencia. En este artículo encontrarás también una guía práctica para cuidar tu salud mental en duelo, que puedes aplicar desde hoy para iniciar tu propio proceso de reconstrucción.

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Referencias

American Psychiatric Association. (2022). Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5-TR). Arlington, VA: APA Publishing.
Eckerd, L. (2020). Pet Loss and Human Emotion: Understanding Grief Responses. Journal of Loss and Trauma, 25(4), 310–324.
Hölzel, B. K., Carmody, J., Vangel, M., Congleton, C., Yerramsetti, S. M., Gard, T., & Lazar, S. W. (2018). Mindfulness practice leads to increases in regional brain gray matter density. Psychiatry Research: Neuroimaging, 191(1), 36–43.
O’Connor, M. F., et al. (2020). Neural correlates of grief: A neuroimaging review. Current Opinion in Psychology, 36, 106–111.
Prigerson, H. G., & Maciejewski, P. K. (2016). Prolonged grief disorder: Psychometric validation of criteria. World Psychiatry, 15(1), 48–55.
Prigerson, H. G., et al. (1995). Inventory of Complicated Grief: A scale to measure maladaptive symptoms of loss. Psychiatry Research, 59(1–2), 65–79.
World Health Organization. (2023). Mental health and bereavement: global perspective. Geneva: WHO Press.

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